Lo estamos haciendo bien

«Vale la pena dejar de llorar
y hacer cita con el porvenir.
Vale la pena vivir.»
(Silvio Rodríguez)

He llegado a un punto de la crianza en la que estoy empezando a sentirme cómoda y tranquila, claro que es inevitable el cansancio al final del día pero Omar y yo estamos organizándonos cada vez mejor. A veces ya no es necesario que mientras él los baña yo le deje las pijamas sobre la cama, ya él mismo se encarga de escogerlas, aunque algunas veces al día siguiente me he llevado sorpresas que no han hecho sino arrancarme una sonrisa, por ejemplo hoy Caetano amaneció con un pantalón que le quedaba grande y un polo que no era del conjunto y Murilo, con polo y panties (en su defensa Omar dijo que le preguntó si quería ponerse short o pantie y Murilo escogió pantie).

«Nuestra familia, nuestros hijos dependen de nosotros y ellos sólo pueden sentirse bien y felices si nosotros lo estamos, si estamos también sostenidos emocionalmente para continuar recorriendo nuestro camino.»

He pasado de sentirme agotada y frustrada a sentir que voy aprendiendo a manejar mis propias emociones, mis temores, que soy capaz de comunicar mejor cómo me siento. La clave está en que ambos (Omar y yo) seguimos asumiendo y compartiendo responsabilidades, con el plus de poder reconocer más rápido nuestros errores y asumirlos, dándonos espacio para conversar aún más acompañándonos en nuestros proyectos. Nuestra familia, nuestros hijos dependen de nosotros y ellos sólo pueden sentirse bien y felices si nosotros lo estamos, si estamos también sostenidos emocionalmente para continuar recorriendo nuestro camino.

Luego de 5 años de ma-paternidad comprometida, nos detuvimos un momento a contemplar todo lo que estamos construyendo juntos, a preguntarnos cómo nos sentíamos, si somos felices, si sentimos que estamos apuntando a la dirección correcta. No está mal preguntarse estas cosas y tampoco se necesita llegar a un punto de crisis para conversar sobre esto. Siempre existe un momento aunque sea chiquito para los dos, para esos abrazos interminables, esas miradas infinitas, para contarnos que tal estuvo nuestro día… Lo estamos haciendo bien, estamos decididos a hacer las cosas bien, por nosotros, por ellos, para seguir dándoles seguridad, amor. Estamos reafirmando nuestro compromiso con la vida, con el amor, con el porvenir, con nosotros, con nuestros hijos, con nuestra familia.

mis chicos

Es nuestra crianza, sencilla, respetuosa, con mucho acompañamiento y amor, les estamos dando mucha seguridad y confianza, el verlos y saberlos felices es el mayor de los regalos, el saberlos tranquilos nos trae mucha calma y muchísimas ganas de seguir.

Chau pañal… Hola calzoncillos!

Desde hace poco más de una semana Murilo dejó de usar pañal definitivamente (tiene 27 meses), ya no se lo pongo ni siquiera por las noches. Decidimos hacerlo de manera respetuosa, sin apuros, siguiendo su propio ritmo, sin presionarlo, enfocándonos en respetar sus tiempos y estando atentos a si realmente era el momento de que dejara el pañal o no. El proceso de empezar a decirle chau al pañal fue de manera natural,  al momento de cambiarlo, empecé a notar que los pañales ya no estaban tan mojados o simplemente: estaban secos. Lo que quería decir que Murilo estaba empezando a controlar poco a poco esfínteres, en las noches todavía amanecía con el pañal mojado, pero no tanto como antes. No nos pusimos una fecha determinada para que él empezara a ir al baño.

Como aquí estamos en pleno verano y el calor se torna insoportable, los pañales desechables estaban siendo ya una tortura para él, muchas veces no quería ya ponérselo, fue que entonces le preguntaba si prefería usar un calzoncillo y me decía «Sí! Murilo usa calzoncillo». Así empezamos a dejar de usar poco a poco los pañales, no me obsesioné con llevarlo cada hora al baño, no quería que se sintiera presionado, a veces lo veía con la postura típica de quien está conteniendo las ganas de ir al baño y le preguntaba: «Murilo, quieres hacer pichi?», la respuesta era negativa y a los minutos venía a decirme: «Mamá, me hice pichi» o de pronto escuchaba: «Me estoy haciendo pichi», lejos de amargarme, lo que hacía era decirle que entonces teníamos que lavarlo, cambiarle de calzoncillo, limpiar y que la próxima vez me avisara para poder ir al baño. A veces me avisaba con tiempo, pero al momento de ir al baño, contenía las ganas y no hacía nada, me decía que no había pichi, así he estado hasta cinco o seis veces, llevándolo al baño seguido para que orine porque él me lo pedía. Lo que si no pedía al principio era ir al baño para hacer la caca, terminaba avisándome cuando ya se la había hecho. Por las noches seguíamos poniéndole pañal porque todavía no estaba preparado para dejarlo de noche.

Nosotros no usamos nunca bacín, Murilo hace pichi y caca en el baño, tampoco le restringimos tomar agua de noche, no le llamamos la atención cada vez que mojaba los calzoncillos y hemos tratado de que no se sienta condicionado a dejar el pañal de una vez por todas. El proceso de dejar el pañal de noche, vino acompañado también de empezar a pedir ir al baño para hacer  caca. Cuando me di cuenta que durante 4 días seguidos el pañal amaneció seco, decidí ya no ponerle pañal, esa vez, me desperté dos veces para ver si estaba mojado o no, amaneció seco y cuando se despertó, a los minutos pidió ir al baño. Lo que si pide de manera natural, es hacer pichi por las noches, antes de bañarse, a veces después, la única vez que no hizo pichi en la noche, se despertó en la madrugada pidiendo ir al baño, lo llevé y luego siguió durmiendo.

Es importante que durante este proceso los acompañemos y empaticemos con ellos, al principio es un trabajo cansado, porque tienes que limpiar cada vez se haga, estar atenta a algunas señales, dejar lo que estás haciendo cuando te piden ir al baño, lavar constantemente… Ojo! Nunca lo premié por hacer pichi o caca en el baño, ni le ofrecí nada a cambio de que fuera al baño, he tratado de que esto no sea una tortura para todos, uno de mis recursos ha sido crear un ambiente agradable, siempre trato de hacer eso con actividades o hábitos que a veces los niños se rehúsan a hacer. Por ejemplo, les canto siempre, me invento una letra referida a la actividad que vamos a realizar pero musicalizada con alguna canción que ellos ya conocen, ellos prestan atención a la letra, se relajan y realizan las actividades de una forma amena y tranquila. Tantas letras inventadas tengo que creo que un día me grabaré jejeje, a veces ellos me piden que cante determinada canción inventada y yo ni me acuerdo ya la letra.

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Imagen tomada de Remorada.com

A veces antes de salir le pregunto si desea ir al baño, su respuesta es positiva a veces, otras negativa y bueno, hasta ahora no hemos tenido accidentes, pero si vamos a algún lugar lejos de casa, llevo hasta dos mudas de ropa y calzoncillos. Se concentran tanto en sus juegos e intereses que muchas veces contienen las ganas de ir al baño hasta que no pueden más (no me ha pasado hasta ahora con Caetano ni con Murilo, pero sí conozco a pequeños a los que si les ha pasado y es normal , nada para condenar).

Algunas recomendaciones que podría darles para empezar con este proceso:

  • Tengan en cuenta el momento en el que sus hijos están preparados para dejar el pañal: si ven que durante los cambios, los pañales están más secos por horas, entonces es un indicio de que empiezan a controlar esfínteres y pueden estar preparados para empezar a dejar el pañal.
  • Paciencia, mucha paciencia… Muchas mamás se impacientan porque sus hijos dejen ya los pañales o se agotan por estar todo el día limpiando, yendo al baño una y otra vez porque tienen otras cosas qué hacer. Tengan en cuenta que si el niño ve en ustedes una actitud de impaciencia, frustración e incomodidad, él puede interpretarlo como una actitud negativa que generará en él una respuesta contraria, no querrá ir al baño, se esconderá por temor a las reacciones.
  • No comparar, frases como: «Fulanito ya no usa pañal y tiene x años», cada niño es único, tiene su propio ritmo, no los hagamos sentir mal. Estamos para apoyarlos, no para hacerlos sentir menos que otra persona.
  • Acompañamiento más que una felicitación, los pequeños necesitan sentirse acompañados, mucho más aún en experiencias nuevas para ellos. Nuestro acompañamiento generará que ellos se sientan relajados porque incluso aún cuando pidan ir al baño y tengan ganas, al principio contendrán por un momento esas ganas. Es ahí donde yo converso con él, le explico por qué tiene que hacer en el baño e incluso al final hago que jale la palanca y él dice: «Se va al desagüe mamá! Chau!»

No trates de forzar el proceso en el que tu niño empiece a dejar los pañales, la edad natural va de entre los 18 meses a los 3 o 4 años.

 

 

Estado: agotada!

Estos últimos días he sentido un agotamiento tremendo, ha sido tanto el cansancio que he sentido que no sólo fue a nivel físico; sino, también a nivel emocional.  Hace una semana, no pude más y me quebré, eran casi las 5 de la mañana, los pequeños se levantaron uno por uno y yo estaba cansada, en realidad lo único que quería era quedarme con los ojos cerrados y no levantarme. Era un día de semana, Omar tenía que ir al trabajo y al predecir como iba a ser mi día luego de las 7am. estallé: con lágrimas, reclamos y deseos de parar todo. La cara de Omar fue de sorpresa, creo que no atinaba a saber qué era lo que podía hacer, yo estaba llorando de frustración, de cansancio, de estrés… Era una mezcla de todo lo que quizá me costaba asimilar, era mi forma de pedir más comprensión, apoyo.

Luego de haberme liberado de ese peso, regresé a la habitación a continuar llorando, segundos después Omar se echó a mi lado, me abrazó, me contuvo, me habló y sentí como poco a poco volvía a sentirme contenida. Últimamente he sentido que me cuesta un poco hablar y expresar lo que siento, quizá porque creo que los demás intuirán que también me canso, me estreso, que me cuesta organizarme en algunas cosas y que me comprenderán un poco. Bueno, no soy una súper mamá y cuando alguien me lo dice sonrío, porque sé que no es lo que estoy buscando, no busco que la gente crea que por tener más de dos hijos soy una especie de maga de la organización o que se apiaden de mí por tener todo el día ocupado o en palabras más crueles: que crean que no tengo vida, que no soy libre. El cansancio no es una condición eterna y  no me condiciona para no seguir haciendo las cosas que me interesan o para seguir disfrutando, viviendo.

No debemos esperar llegar a nuestro punto de quiebre para hablar, para que nos escuchen, para que sepan que no es tan sencillo como creen el quedarse en la casa con los pequeños y dedicarles tiempo, que también nos agotamos y necesitamos parar un rato por nuestro bienestar, el de nuestros hijos, el de nuestra familia, porque nosotras no debemos olvidar que también necesitamos cuidarnos, cuidar nuestro cuerpo, conectarnos un rato con nosotras y no perdernos. A veces nosotras mismas no sabemos reconocer nuestro agotamiento a tiempo, creemos que nuestra energía es inacabable hasta que de pronto, el cuerpo empieza a enviarte señales: dolores de cabeza, dolor de cintura, mareos, hasta náuseas… Sí! Eso ha sido lo que sentí durante la semana, algo raro en mí, porque casi nunca me quejo de dolor, pero es que he tenido tantas cosas en qué ocuparme, empezando porque se acerca el inicio de clases (útiles, útiles y más útiles!), tenía (tengo en realidad) pedidos por entregar, estoy con la operación «adiós pañal», porteo prácticamente todo el día y salgo por lo menos una vez al día con los chicos a dar una vuelta corta.

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Las cosas empiezan a tornarse más sencillas si nos detenemos un momento, si nos damos un tiempo corto aunque sea para descansar, conversar, para soltarnos. Ahora estoy empezando a conectarme aún más conmigo misma y a escuchar a mi cuerpo (que lo que me ha pedido últimamente es dormir!), lo hago por mí, por esa luz mayor y esas lucecitas hermosas (chiquitas aún pero poderosas) que siempre están a mi lado, recordándome también por qué es necesario que continúe, que siga andando, que siga mirando el camino hacia la vida…

Tengo derecho a sentirme cansada.

Tengo derecho a pedir un poco más de comprensión.

Tengo derecho a sentirme más sensible.

Tengo derecho a limpiarme mediante el llanto.

Tengo derecho a tener unos minutos para mí.

Tengo derecho a recordar que además de ser mamá, en mí sigue habitando la persona (Dessiree), no me olvido y con esto no estoy siendo para nada egoísta.

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Lactancia en tándem por segunda vez

Cuando me embaracé de Murilo, seguía dándole teta a Caetano y cuando nació, continué dándoles teta a ambos por 6 meses (Caetano se destetó solo) y ya luego sólo a Murilo. Durante el embarazo de Amara, Murilo continuaba tomando teta y hasta el día de hoy que Amara acaba de cumplir 4 meses, continuamos con la lactancia, ya Murilo tiene 26 meses y no veo indicios de un destete cercano y si soy sincera, tampoco lo estoy esperando.

Cuando entro a un grupo de maternidad o relacionado con la lactancia, me alegra saber que ahora hay más madres que no se han dejado cegar por la desinformación, por la abundancia de mitos en torno a la lactancia durante el embarazo y tándem. Lo triste es enterarse que muchas madres que suspendieron la lactancia durante el embarazo, lo hicieron porque su médico se lo indicó, una pena saber que muchos profesionales de la salud no están informados sobre el tema. Lo mismo para la lactancia más allá de los 2 años, creen que el pequeño ya no toma leche; sino, agua. Aquí apoyamos y defendemos la lactancia materna, para eso no necesitamos señalar o criticar a quienes por «x» razones decidieron no amamantar, pero lo que si podemos hacer es seguir informando, compartiendo información sobre la lactancia, sobre lo beneficiosa que es para madres e hijos, así algunos todavía continúen escépticos respecto al tema.

lamina teta embarazo

Ahora que amamanto a Amara y a Murilo, surgen algunos comentario que ya en mi primera experiencia con la lactancia en tándem había escuchado: Oye, pero… No te cansas? Cómo haces para darles a los dos? Debes tener un montón de leche? Pero, el mayor no le está quitando la leche a la pequeña? Esos son sólo algunos de los comentarios o preguntas más frecuentes sobre nuestra lactancia, a veces ya me da un poco de flojera responder, otras si les explico con paciencia «cómo lo hago» (sobre todo a aquellas que tienen un interés real en la lactancia). Contarles en primer lugar que sí me canso, sobretodo cuando les doy teta a los dos a la vez, esos momentos en realidad han sido pocos porque no he logrado encontrar la postura ideal, por eso he tratado casi todas las veces de darles por separado y no he planeado a quien darle primero: si al mayor o a la menor, simplemente a quien pida, le doy, es nuestro «a libre demanda». Termino agotada al final del día y las tomas nocturnas de Amara me relajan tanto que la gran mayoría de veces (95%)me quedo dormida junto con ella. Cuando sólo le doy teta a Amara, Murilo está casi todo el tiempo presente, obviamente él siente celos y a veces trata de sacar a Amara de la teta,  se nos tira encima, o empieza a decir: «Amara no toma tetita», lo que hago es decirle siempre que Amara es una bebé y necesita de la tetita de mamá como él también la necesita, a la vez que cantamos, conversamos y con la mano libre que me queda lo acaricio; esa es una manera de ponerle límites de manera respetuosa, porque como lo mencioné en líneas anteriores, el cuerpo no me da muchas veces para amamantarlos a  a la vez.

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No tengo «un montón de leche» como algunos piensan, creo que tengo la suficiente, la que mi cuerpo sabiamente produce obedeciendo a nuestra libre demanda, no tengo ningún tip y menos algún truco para aumentar mi producción. Tampoco tengo alguna rutina en especial para amamantar a mis dos pequeños, todo surge de manera natural y creo que eso me evita el estrés de pensar en cómo haría para amamantarlos. Y no, el mayor no le quita leche a la pequeña; una vez más, nuestro cuerpo sabio, produce la cantidad necesaria de leche para la demanda de ambos pequeños.

Si estás embarazada de nuevo y sigues amamantando, no dudes en seguir haciéndolo si es que tu embarazo es seguro (vale decir, si tú y el bebé se encuentran bien) y si al nacer el bebé, tienes la oportunidad de poder amamantarlos a ambos, no te estreses pensando en cómo lo harás o en cómo organizarás las tomas, al principio sí te sentirás más cansada, quizá con menos disposición para darle teta al mayor, con dudas de si el menor estará tomando la cantidad de leche necesaria y otras tantas cosas que surgen y nos aterran tanto. Poco a poco, verás cómo podrás organizarte, lo importante es que trates de no rechazar al mayor porque todavía necesita de ti y más que querer teta, lo que quiere y necesita es a su mamá.

No sé cuánto tiempo más de tándem tengamos, pero de lo que estoy segura es que a pesar del cansancio, sigo disfrutando los momentos en los que le doy teta a Murilo, porque lo siento tan pegadito a mí, tan cómplice, tan conectado y eso hace que los pensamientos acerca de un destete próximo se desvanezcan. La vida, la naturaleza, el instinto y el bichito curioso de buscar información me han permitido poder darle a mis pequeños además de alimento, mucha conexión, mucho enamoramiento y ellos a su vez me han dado maravillosos momentos llenos de amor.